“No quiero estar siglos en terapia”:
¡Yo tampoco quiero eso! Si llevamos varias sesiones sin ver ningún cambio, si en nuestros encuentros no te vas con algo que te haga sentido, es tiempo de evaluar este espacio. Por eso es que constantemente te preguntaré si esto te hace sentido y si la terapia te está siendo útil. Tal vez necesitas un espacio distinto y te ayudaré, dentro de lo que me sea posible, a encontrarlo. O quizás no es tu momento para estar en terapia (por tiempo, prioridades en tu vida, etc.) y podemos acordar continuar en otro momento.
¿Puedo pedirte hora aunque NO me encuentre tocando fondo o sobrepasado con la vida?
¡Claro! He atendido muchísima gente a modo de orientación, no de terapia. Te doy algunos ejemplos: “ayúdame a pensar en esta decisión que quiero tomar”, “necesito aclarar mis ideas”, “me siento sin dirección, perdí el norte”, “me gustaría manejar mejor este tema/ esta emoción”, “voy a tener una conversación difícil y quiero planificarla”, “no me siento mal, pero tampoco me siento pleno”, “quiero ayudar a alguien, pero no sé cómo”. Y si te estás sintiendo sobrepasado/ con ansiedad/ estresado/ de ánimo bajo o sientes la necesidad de hablar conmigo ¡también eres muy bienvenido!
“No quiero hablar sobre mi infancia y el pasado”:
Y no tienes que hacerlo si es que hoy no te hace sentido. Nuestro foco estará puesto, sobre todo, en qué es lo que hoy te afecta. Si te hace sentido revisar tu historia para el problema actual, perfecto, hablémoslo. Es decir, nos remontaremos al pasado siempre que hacerlo tenga un “para qué”, no como un “must” del proceso.
“Me vas a juzgar o me vas a decir qué hacer”:
Para nada. Algo que para mí es sumamente importante es conectar con mis consultantes de persona a persona. Tu forma de desenvolverte en el mundo es algo que aprendiste para sobrevivirlo y me interesa comprender esto (y que tú también puedas hacerlo). Por otro lado, quien vivirá con las decisiones que tomes eres tú, no yo, por tanto no puedo decirte qué hacer, pero sí puedo ayudarte a encontrar qué es lo mejor para ti en este momento.
“No quiero que me des licencia”:
No lo haré, siendo psicóloga no estoy facultada para darte una licencia médica o licencia psiquiátrica. Ir al psicólogo no significa que tendrás que ir al psiquiatra, e ir al psiquiatra no significa tampoco que te darán licencia. Esta decisión siempre será pensando en qué es lo mejor para resguardar tu salud. Dicho esto, lo que sí puedo hacer es evaluar, junto a ti, si lo que te aqueja es algo que está afectándote de manera muy intensa o frecuente, impidiéndote desenvolverte como lo haces habitualmente y desde ahí (en conjunto) decidir si necesitas de manera complementaria consultar con un psiquiatra, para regular factores biológicos que puedan afectar tu forma de sentir, pensar o actuar (el psiquiatra sí está facultado para dar licencia).
“No estoy loco”:
Ni yo ni mis consultantes tampoco. Este NO es un espacio para ponerte etiquetas ni juzgarte, el foco está en ayudarte en lo que tú necesitas hoy.
“No quiero estar encadenado a conectarme a una sesión todas las semanas”:
Y no tienes por qué estarlo. La frecuencia de las sesiones la decidiremos en conjunto, de acuerdo a lo que traigas hoy a sesión y a lo que tú necesites. La frecuencia no está pre establecida, sino que se define persona a persona y sesión a sesión.
“No quiero sentarme a puro hablar”:
Toda la razón. Mi rol NO será decirte: “hhmmm, interesante, se acabó el tiempo, nos vemos la próxima sesión”. Por el contrario, soy activa y curiosa, me gusta vincularme, preguntar, sugerir, comentarte mis apreciaciones y darte feedback. Imagínate la sesión como una conversación con una persona real, no como un ingreso de datos a un computador.
“Mejor hablo con un amigo, para qué pagar por ser escuchado”:
¡Me alegro que hables con amigos! Contar con redes de apoyo es un factor protector si de salud mental se trata. Y esto no es excluyente con ir al psicólogo. Ir a terapia no consistirá sólo en escucharte, sino en generar cambios de acuerdo a tus objetivos.